lunes, 14 de febrero de 2011

Pack Attack!

Recuerdo que al inicio de la temporada, Michael Irvin -vaquero de corazón- le apostó a dos equipos para llegar al Super Bowl XLV; Dallas y San Diego. Hubiéramos apostado en contra de él. Esto hubiera sido un espectáculo de proporciones indescriptibles ya que Jerry Jones hubiera sido el anfitrión en su estadio, con su equipo, y hubiera tirado la casa por la ventana...Un minuto, entonces, ¿No fue el Super Bowl de 2011 el programa televisivo más visto en los últimos años y con mejor rating? Sí que lo fue. Jerry no bajó la cabeza y sin importar que los Cowboys fueran eliminados en la temporada regular con un terrible récord de 6-10, con el quarterback titular, Tony Romo, lesionado y sin su coach principal, Wade Phillips en la alineación. Recuerdo también que Jim Mora mencionó que para el campeonato de la AFC, esperaba ver a los dos grandes de la última década: Colts y Patriots, mientras que en la NFC esperaba ver llegar a y a Green Bay y a New Orleans. Punto para tí, coach. Y así, los analistas mencionaban bizarras combinaciones de equipos que tendrían una temporada trascendente. Y como en todos lados, las predicciones son solo eso...Predicciones.
Dieciséis semanas y poco más después, el resultado, sin llegar a sorprendente, satisfació a todos los aficionados de los Packers y sus cabezas de queso, mientras que las toallas amarillas tendrán que ser guardadas en un cajón y no exhibidas en un estante. La semana previa al encuentro fue una locura, el clima azotó con un frente frío a casi todo Estados Unidos. Compadezco a los aficionados que no pudieron llegar a Dallas por culpa del meteoro, así como a los que estaban ahí y gracias al inspector de seguridad que decidió que las gradas agregadas en el estadio no merecían la confianza necesaria, así que tuvieron que disfrutar del partido en el estacionamiento en pantallas hasta que la lluvia los mandó a casa, o al hotel.
Para jugadores y demás participantes en la gran fiesta del Super Bowl, también fue una semana errática, los medios en completa locura, el Jet-set de invitados organizando fiestas en la zona de Dallas-Fort Worth como si de un Mardi Gras se tratara, los VIP de la liga misma enfrentándose unos a otros con sus avatars en pantallas HD jugando Madden 2011, los Black Eyed Peas exhibiéndose como si fueran buenos músicos, Jerry Jones midiendo cada salchicha para que fuera igual a la de junto y no desentonara la simetría de su "casa", analistas por doquier tratando de descifrar quién y cómo ganaría el partido, jugadas de años atrás entre ambos equipos, factores externos, callos, espinillas, lesiones, retortijones y demás factores que pudieran llegar a alterar la energía cósmica del circus maximus.
Y llegó el domingo 6 de febrero, y dieron las 17:30, y el balón voló por los aires envuelto en un eufórico grito de emoción de todos los presentes mientras aun estando ahí, veían el partido por medio de la pantalla más grande del mundo.
El dominio defensivo se notó inmediatamente, y no fue hasta el minuto 12 del primer cuarto cuando Aaron Rodgers (#12) conectó su primer pase de anotación del partido con Jordy Nelson (#87). Bastaron 18 segundos más para que Nick Collins (#38), interceptara un pase de Ben Roethlisberger (#7) y aumentara el marcador hasta 14-0. Los que apostaron a favor de los Packers agitaban sus comprobantes con emoción, mientras los conservadores que tacharon al favorito -visitantes en el encuentro- Pittsburgh, hacían bolitas de papel térmico y los arrojaban al calentador más cercano. Sin embargo, después de un gol de campo de Sean Suisham (#4)-imposible nombre para repetir tres veces- y un pase recibido en la zona de anotación por Hines Ward (#86) la primera mitad terminó con un marcador de 21-10, así que no había nada para nadie. Las bolitas de papel fueron suavemente desarrugadas, mientras que manos sudorosas guardaban discretamente sus papelitos en el bolsillo.
Todos conocemos la capacidad de los Steelers de jugar bien y recuperar terreno en la puntuación, pero esta vez, la ofensiva fue detenida de una manera concisa y un tanto violenta. Green Bay lo hizo muy bien todo el partido aunque el marcador se cerraba después de un touchdown terrestre de Rashard Mendenhall (#34) y la diferencia era de cuatro puntos 21-17.
Mike Tomlin ya estaba listo para celebrar un glorioso regreso y adquirir la ventaja, cuando Mendenhall soltó el balón y Green Bay recuperó para que Greg Jennings (#85) anotara otros seis puntos y finalmente el marcador se colocara en 28-17. Big Ben lidereó a su equipo una vez más, lanzando un pase a Mike Wallace (#17) e inmediatamente fingir una corrida que terminó en una anotación terrestre de Antwaan Randle El (#82) que colocaría el marcador 28-25 y animaría el partido para los millones de espectadores.
Nadie se iba a dar por vencido, en especial el MVP -Rodgers, por si estabas en la luna sin TV por cable- y en una ofensiva sin pena ni gloria Mason Crosby (#2) anotó los últimos tres puntos del partido, ya que en cuarta y cinco yardas por avanzar, Pittsburgh dejó ir su última oportunidad dejando caer su último pase de la temporada.

Lo dijo Charles Woodson (#21) al terminar el partido de campeonato de la NFC en Chicago; "El Presidente -Obama, gran aficionado de los Bears- nos vino a ver jugar hoy, y después del Super Bowl, seremos nosotros los que lo vamos a ir a visitar". Fue esa seguridad sin llegar a arrogancia, la que le dio el título de campeón a los Packers este año. Con grandes individualidades pero todavía más grandioso juego en equipo, ganó el que se lo merecía, con algunos descalabros durante la temporada regular, una gran trayectoria en la postemporada y una actuación digna de campeones en el Súper Tazón, cada miembro del equipo verde y amarillo puede regresar a casa y descansar con la tranquilidad de haber cumplido su objetivo -sueño para algunos otros- y haber superado las espectativas de la mayoría de los seguidores del deporte más espectacular que existe en el mundo.